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Entre lo que te ata a tierra y lo que te empuja a volar, hay una línea divisoria que es necesario saltar.

Hay líneas como muros, que no dejan escapar lo más cercano a ti, la seguridad de lo conocido, donde permaneces desde hace mucho,  donde las respuestas brotan antes que las preguntas. Aquí se mantiene una  rutina sibilina, llena de costumbres y de la certeza de lo que sucederá cada día, cada semana… cada vida. El muro que no permite salir. A nadie. Tampoco a ti.

Visibilizarla permite encuadrar las partes que la componen y el todo desglosado es más fácil de digerir, así se puede valorar de forma independiente y optar dónde quieres emplazarte en este momento preciso. La cantante Rosario Flores,  en sus conciertos  mira lo que hay antes de llegar a la línea y ve en primera fila a su familia y amigos, sus raíces y sus ramas, coge aire, mira más allá de la línea y está su público, su sueño, su pasión y ahí comienza el vuelo. «No hay que pensar, sólo se trata de disfrutar», nos dice la hija de la faraona.

No son livianas las raíces que se agarran a los tobillos, pero pesarán tanto como les dejemos. En plena guerra civil, a la par que sucedían bombardeos en Madrid se representaban obras de teatro; actores y escritores seguían reuniéndose en el histórico (que no emblemático) Café Gijón  u otros, o frente a ellos, pues no tenían dinero, y el tejido cultural se mantenía vivo, aunque raído y zurcido, como los pantalones que llevaban los niños que en esos años jugaban en las calles, no ajeno pero sí paralelo al caos de la desgracia y desolación de la guerra con la que convivían.

En ese Madrid, Fernando Fernán-Gómez, recitaba poesía, leía y acudía a teatros, no terminó sus estudios y el hambre acechaba en las  noches, pero la determinación le tendió largos puentes con el que cruzar más allá de la línea. Desde pequeño soñaba y se visibilizaba en un plano exitoso, y veía con tal claridad su futuro,  que nadie le pudo decir que no era posible.

Estaría bien que la línea fuera bruma, tan alta como deseemos, que nos permita ver lo que hay al otro lado, para que estemos donde estemos, sepamos que hay dos partes antagónicas y complementarias. No olvidar lo que fuimos ni lo que somos, que puede ser lo mismo o cosas dispares y ambos seremos.

Hoy es el único día posible  para  saltar la línea divisoria, encontrarte y  disfrutar de la incertidumbre que se encuentra más allá de ella. Corres el riesgo de equivocarte y cometer muchos errores y con suerte, así sucederá.

No traspasar la línea, por temor a la desaprobación de los demás o a hacer el ridículo, es darse más importancia a sí mismo de lo que nadie hace. Hombres más grandes andan estos caminos y ni siquiera quedan surcos, agila p’alante que con poco aire se borran tus huellas. Y si necesitas certezas, piensa en tu muerte, pocas cosas tan seguras son tan imprevisibles.

“- Cuando uno se muere… ¿se muere o no se muere?
– ¿En su casa qué dicen?
– Mi madre dice que los buenos van al cielo y los malos al infierno.
– ¿Y su padre?
– Mi padre dice que de haber juicio final los ricos irían con sus abogados, pero a mi madre no le hace gracia.
– ¿Y usted que piensa?
– Yo tengo miedo…
– ¿Es usted capaz de guardar un secreto? Pues en secreto. Ese infierno del mas allá no existe. El odio, la crueldad, eso es el infierno. A veces el infierno somos nosotros mismos.”
 

Manuel Lozano -Moncho 
Fernando Fernán-Gómez – Don Gregorio
La lengua de las mariposas.

M.J.Trinidad Ruiz

http://www.trinidadruiz.com

 

 

 

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