
Artist: Ana Hernández San Pedro «Omnia Vanitas» www.anahernandezsanpedro.com
En O Grove (Pontevedra), hay un local, El Naútico, que tiene su mirada puesta en decrecer. Un empresario que busca reducir el negocio, menos público, menos movimiento,… Allí aman la música, pero sobre todo a las personas y el disfrute del momento. Un estilo de vida que es el timón de este negocio entre chiringuito y sala de conciertos, por el cual andan como en casa, Marlango o Jorge Drexler. El poder de atracción de algunas cosas a veces es inexplicable, en ésta, glorioso.
El decrecimiento en el ámbito económico busca una producción sostenible y un enfoque de la economía al servicio del ser humano (no viceversa). Padecemos una crisis de representación política en la que estamos aún con el gotero puesto tras el virus de corrupción del que nadie salió indemne y ahora nos toca revisar expedientes académicos de políticos con egos inflados que eligieron un camino demasiado corto para un trabajo tan importante, respaldados por catedráticos con tarjetas black, que gastan miles de euros, en frivolidades prohibitivas para universitarios que sí deben estudiar para conseguir sus másteres.
Sumamos la contaminación, las desigualdades económicas, los cambios sociales y culturales o el consumismo feroz que tanta frustración siembra y el resultado pide a gritos una reflexión profunda, sensata y con una mirada global, para así encontrar nuevas soluciones adaptadas a nuestro siglo. No se puede crecer infinitamente en un mundo finito. En 1970 nace esta corriente, el decrecimiento, término obús para contrarrestar el desarrollo sostenible, y uno de sus ideólogos, Serge Latouche, nos hace reflexionar con planteamientos que encuentran la convergencia entre el consumo y la felicidad.
Hay una parte del decrecimiento aún más apasionante, menos racional, como bien lo define Sergio Ayala Climent «Comenzar a decrecer para volver a rozarnos la piel, y sentir, sentir de cerca… hemos crecido demasiado, eso está bien, pero volver a la esencia, eso es lo más…» Este abogado, que nunca ha ejercido, es un avezado comercial, conferenciante y mentor de nuevas emprendedores. Positivo, bienhumorado y procaz lleva a cabo su propia empresa asumiendo que ésta tendrá un final. Con esa premisa asumida, el humor y buen rollo son prioridad en su vida. Y en su trabajo.
Buscar bien adentro quienes somos es un acto de valentía, encontrarlo, una suerte, y vivir fiel a ello, un prodigio. Requiere quitarse los miedos y estar dispuesto a andar por el mundo sin la impostura de un traje a medida para cada ocasión. Reconciliarse con cada pequeña cosa que nos hace sentir bien, vivir con franqueza y en paz contigo mismo. El gusto por las cosas sencillas, es el más exquisito de todos los gustos. Decrecer en emociones tristes y sentimientos caducos, los caminos se abren a cada paso y ser positivo y generoso son buenas opciones.
Uno de los suertudos, que huye de solemnidades detrás de una poblada barba con tantas canas como su cabeza, nos insta a hacer las cosas con integridad, sin buscar la aprobación de los demás. Y no es una simple declaración de principios porque Antonio Muñoz-Molina, asegura vivir así. El consumismo al que este escritor se refiere, llega más allá de las cosas materiales, no sólo en lo frívolo está el afán de poseer. También en la arrogancia de creer que ver, saber o viajar mucho, te sitúa en un plano superior; o la idea errónea del genio que cosecha méritos propios con el trabajo de otros. Cuando el sentido común habla, el resto de los sentidos callan y aprenden.
La serenidad empieza a recobrar la épica que tuvo hace tanto tiempo, donde correr no era necesario. La ausencia es una paradoja, pues a quien mucho se le echa en falta, se le deja de necesitar. Después del camino recorrido, encontrarnos a nosotros mismos y compartir tiempo con los que nos hacen sentir bien, es la mayor de las victorias.
«Casi nada es de una sola manera, casi nada es una sola cosa, casi nada es bueno o malo continuamente…» A.Muñoz Molina. HAY FESTIVAL Segovia.
M.J.Trinidad Ruiz