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Muro Crítico. Artista: Daniel Muñoz   www.eseaene.com

 

Los machos son las borlas del traje de torero y éstos se las ajustan cuando ven que la faena va a ser peligrosa o dura, cuando hay que bregar y sudar la gota gorda. Pues eso, ajustaros los machos, respirad hondo y levantad la cabeza valientes, que los mortales os seguimos.

Desde Thomas Edison, que nos dió luz a todos sin rescindir clases ni ideologías, siguen brotando celebridades que contribuyen en la mejora de este mundo con sus habilidades, sabiduría y esfuerzo, no siempre conscientes de su benévolo fin. Son cuantiosos, de todos los países, subvencionados o adinerados, cosmopolitas o locos e introvertidos visionarios, y entre ellos un puñado de americanos, que refulgen a la par que embaucan. Estos yankis, listos y comprometidos que mueven el mundo.

Como ese chico sencillo con ideas propias y valores arraigados que empezó a estudiar y a compartir sus conocimientos y los frutos que daba. Fue llevado ante la ley por difundir sus propios programas de forma gratuita (el sistema prefiere restricciones) y retomó los estudios universitarios después de conseguir el puesto número 10 en la lista Forbes de las personas más poderosas del mundo. Éste es Mark Zuckerberg, creador de Facebook. Se sospecha que quiere presentarse a la presidencia de EEUU. No hagan comparaciones con la actualidad, acabarán en lloros.

Bill Gates, cofundador de Microsoft, ha encabezado la lista de los hombres más ricos del mundo durante años y preside junto con su mujer Melinda una fundación que respalda la salud y la educación. Intermediario del sistema MS-DOS, que compró a bajo precio y vendió a IBM, sagaz en la incipiente explosión del mercado tecnológico e ídolo de masas, fama acrecentada por su soltería de oro. A todos los informáticos, Bill Gates, nos hizo soñar con Seattle, con su visión de futuro, con su forma de trabajo distendida y cercana. Él era un ejemplo y así lo seguimos viendo 20 años después.

Mellody Hobson, mujer de negocios, presidenta del consejo de administración de DreamWorks Animation y parte del cuadro directivo de varias organizaciones. Elegida como «Global Leaders of Tomorrow» por el Foro Económico Mundial, y en plena gloria se casó con George Lucas, que le acompaña en su comprometida andadura profesional y personal.

Warren Buffets, Judy Faulkner,…

Todos ellos  son parte de una campaña filantrópica The Giving Pledge (La promesa de Dar), en la que se comprometen a ceder, al menos, el 50 % de sus fortunas con fines benéficos y ello puede ser en vida o en el momento de su fallecimiento. Es un movimiento de generosidad y responsabilidad moral, que tiene letra pequeña para limar el desagravio del desprendimiento económico, las fundaciones están protegidas,   mas preguntemos al que necesita si quiere el pan que llega aunque migas hayan caído en el camino. Yo me quito el sombrero ante estos magnates estadounidenses, que no exentos de sombras, enfermedades y dificultades, rehúsan de la ambición y comparten lo que ellos por mérito propio han conseguido, con quien no degustó el placer de poder aspirar a algo más que nada.

En las antípodas de este movimiento solidario se encuentra Steve Jobs. Procede de una familia muy humilde, pero parece que corrió mucho en sentido opuesto para olvidarlo.  Cierne sobre él  la sombra de una dirección agresiva sobre sus empleados y míseras relaciones con los suyos. El narcisismo de las personas con éxito puede ser tan fructífero laboralmente como cruel en el aspecto humano. Desde el garaje de su casa al estrellato mundial, cofundador de Apple, Pixar e integrante de ésta en Disney. Puso el mundo en nuestras manos con los ordenadores personales y todo invento que haga accesible la información, educación y cultura, debe ser alabado. Sus intereses estaban ajustados a la línea de ambición del genio, al avance y descubrimiento, mas pisó y escupió sobre la compasión, la generosidad y la empatía del ser humano. Steve Jobs, nos dejó frases que bien podían ser mandamientos para las empresas, incluso cuando la enfermedad hipotecó su energía. Las empresas desaparecen pero no el rastro de las personas. El doloroso despertar tardío es el impuesto de quien burla la aduana de la razón de Cortázar.

¨La cosa ahora está donde está; mas concluirá en lo fijado por el destino; ni el que quema ni el que hace libaciones mitigará la inflexible ira de las ofrendas que no arden» Esquilo.

M.J. Trinidad Ruiz

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