Tenemos sed de héroes.  En un momento crítico, en el que tenemos la respiración parada, para no hacer ruido y cerramos los ojos para que no nos vean, como cuando eramos pequeños, pues los principales dirigentes políticos del país, incluida la oposición confirman todos a una que la economía está resucitando de entre las más oscuras cenizas. Ahora, que estamos dispuestos a quitarnos estos sayos de conformismo, y salir a la calle con rabia e indignación por la bandada de cuervos que saquean todas las arcas de nuestro país, desde las del estado a la corona, indignados por tanta corrupción y tanto consentidor untado con manteca hasta el tuétano, ahora que íbamos a poner la península patas arriba (porque las islas ahora que llega la temporada fuerte no están para reivindicaciones utópicas) ahora… ahora van y nos dicen que la economía va mejor. Que el paro está menos mal, que es como decir, que estamos muertos de hambre, pero con menos hambre que ayer. Por primera vez en mucho tiempo, oposición y gobierno coinciden en datos. Deseo que eso sea así. No vamos a pensar mal y creer que es porque han visto una orejas muy grandes asomar, con pelo largo y gafas de empollón erudito profesor de universidad. Podemos confiar en ellos. Sí, seguro que podemos.  Y es que estamos desesperados y necesitamos un líder, un mentor, un coach, un patriarca si me apuras. Necesitamos un héroe. Alguien al que sigamos sin temor, sin resquicias, como un fan, como un seguidor, como un niño de la mano de su madre, seguro, confiado, entregado y ocupado en sus quehaceres, con la tranquilidad de que su protector vela por su seguridad, por sus intereses, por su bienestar y por su futuro. Y en esta búsqueda ansiosa, nos encontramos por el camino con muchos candidatos que tienen adeptos debido a su carisma, sus seguidores ven en ellos ese carácter entregado y con fuerza que nos hace falta. Independientemente de la ideología que profesen y por supuesto sin valorar la veracidad de sus discursos, todos tienen en común un mismo patrón, distinto del que comulgaba hasta ahora y tanto mal nos ha hecho, esa pasividad en actos, esa tontuna compartida y permitida, poca cualificación, caracter descafeinado y vacío de valores.

Buscamos nuevos héroes, ya puede ser Pablo Iglesias con su grupo de intelectuales sin chaquetas que arrasan y promenten el cambio, lo que aún no quedan claro el cambio que traerán, Pedro Sánchez, guapo, atlético y con humor,… lo más parecido a un Obama español, Yanis Varufakis, (está permitido que sea extranjero, mientras no sea americano) que queda claro con esa chaqueta de cuero que no lo va a parar nadie y sacará a Grecia del hoyo y seguramente con tanta fuerza que saldrá toda Europa agarrada a su tobillo. Y no me refiere sólo a heróes políticos, eso sería para salvar nuestro país, y en estos momentos queremos salvarnos nosotros, nuestro yo más profundo, y para eso necesitamos héroes en todos los ámbitos. Jordi Évole, aunque a él también le podríamos englobar con los políticos, pues entiende de política más que ellos mismos; Dani Rovira, como voz del pueblo y de nuestra necesidad más intrínseca de reírnos de nosotros mismos como instinto de supervivencia; Rafa Nadal y su envidiable perseverancia y talento, que tanto nos gustaría tener y tan lejano lo vemos; la jueza Alaya, y este caso es hecho empírico, pues esta señora tiene hasta club de fans. Y es que estamos sedientos de héroes y heroínas, de esos de las películas, que acaban con todos los malos y siempre salen ganando los buenos. Aunque en esas mismas películas, los buenos son íntegros y valientes. No consienten injusticias ni se quedan callados o miran hacia otro lado cuando ven agredir al de al lado. Los buenos muchas veces han de pasar por el camino de la vergüenza y la humillación hasta conseguir su victoria que es lograr que la verdad, la honestidad y el buen hacer queden por encima del mal. Los buenos han de ser honestos y honrados, con el amplio, virtuoso y a la vez difícil campo que ello comprende. Y eso, señores es un camino que pocos quieren recorrer, como diría su señoría Doña Mercedes C.Alaya.

M.J. Trinidad Ruiz