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Difuntos en Facebook.

31 sábado Oct 2020

Posted by TRINIDAD RUIZ in Sin categoría

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difuntos, facebook, Grande-Marlaska, herencia digital, Magdalena S.Blesa, post mortem, testamentos

Dibujo: Paula de Miguel Poema: Magdalena S.Blesa

En ocasiones, el perfil de una persona ya fallecida, aparece activo en mi Facebook y no tan solo a horas intempestivas, sino a las más comunes como en la sobremesa de un sábado cualquiera. De hecho, mientras escribo este párrafo, me asomo a esa ventana que dicen abierta al mundo y ahí está. Al mundo y al más allá, será la ventana.

Grande-Marlaska me envió hace ya tres años un mail, pues una amiga suya, muy conocida, le hizo llegar un post que escribí sobre su libro Ni pena ni miedo. Para escribir este libro, me decía el autor, me he puesto frente al espejo con toda la sinceridad de la que podía hacerme cargo. Muchas veces he desmenuzado cada una de sus palabras, que me acompañan como los estribillos de su amigo Sabina, en ocasiones por lo que dicen, las que más por lo que me recuerdan. Nada fuera de contexto, y sin embargo, que contexto tan amplio.

En ese tiempo, el juez, gozaba de la admiración y respeto de gran parte de los españoles por la instrucción de causas sin conmiseración contra la banda terrorista ETA. Actualmente, con el velo de la política que empaña todo aquello que arropa, es más difícil verlo sin que los colores de las gafas posicionen la mirada. En el agradecimiento me encuentro cómoda, por lo que para mí es el escritor de un libro valiente, que me regaló un buen puñado de palabras, generosas y lúcidas, que atesoro con gran humildad.

Toda la sinceridad de la que podía hacerme cargo.  

Una cantidad bastante razonable, cuando has de recordar episodios de tu vida con personas que ya no están, excepto en Facebook.

Tanto me inquieta este hecho que lo he consultado con una licenciada en derecho versada en el tema. ¿Qué ocurre con nuestras cuentas en redes sociales si la muerte llega de forma inesperada? La cuestión se encuentra en un barbecho afanoso.

Cada red tiene sus propios criterios; Facebook ante el fallecimiento certificado de un usuario opta por convertir la cuenta en conmemorativa. Una lápida virtual, s. XXI, donde dejar tus mejores deseos y compartir imágenes, a no ser que un familiar o apoderado realice las acciones pertinentes para eliminarla o que el interesado hubiera dejado constancia de sus voluntades en cuanto a patrimonio digital. Tenemos derecho a la protección de la llamada personalidad pretérita, la Memoria Defuncti.

La herencia incluye todos los bienes, derechos y obligaciones de una persona que no se extingan con su muerte. Si no nos manifestamos sobre nuestra voluntad acerca de nuestra huella digital, tanto empresas como los adjudicatarios de nuestros bienes pueden ahondar, velar o modificar aquello que en vida presumía ser una banal exposición mediática y post mortem pudiera ser el descubrimiento de un refugio de confesiones, implicación de terceras personas o el más íntimo diario de ansiedad y abismo a la locura.

Por lo que, de momento, la solución siempre ronda alrededor de memorias testamentarias formuladas en vida.

Para mi caso, serviría de consuelo constatar que esa cuenta está cerrada o inactiva, que solo aparece ante mí, no con forma borrosa en medio de la oscuridad, sino con una cara sonriente sobre un puntito verde que me dice, sigo aquí, mucha fuerza con todo, hasta donde nadan las ballenas.

La opción más funesta es que son aquellos que se hicieron cargo de sus más íntimas pertenencias, imposibilitados para cerrar las heridas, los que velan incrédulos su ausencia, releen sus ocurrencias, miran las fotografías y recuerdos que la viciada red devuelve, como si estuvieran abrazados a esa camisa blanca siempre impoluta que lleva su olor.

Al fin y al cabo, no hay nada más ilusorio que las redes sociales, reuniones de avatares hechos a medida para gustar o para polemizar, una valla publicitaria en Pandora, donde el producto somos nosotros mismos y el peligro no está en crear sino en creer toda esta quimera. Una vez que das tus datos, ya es tarde para ser un astronauta perfecto, que navegue sin dejar huella, que diría mi amigo Hilario. Tan solo queda el consuelo egoísta de saber que es asequible amar sin prejuicios al que ya no tiene vida.

Pero esto, pudieran ser suposiciones, pues está sujeto a la sinceridad de la que en este momento puedo hacerme cargo.

“Cuando llegue la primavera, si ya me he muerto, florecerán las flores de la misma manera y los árboles no serán menos verdes que la primavera pasada. La realidad no me necesita” F.Pessoa

M.J. Trinidad Ruiz

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Ni pena ni miedo. Grande-Marlaska.

23 miércoles Ago 2017

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Grande-Marlaska, Juez, Ni pena ni miedo

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Tenemos en común más cosas de las que nos diferencian. Todos. Incluso Grande-Marlaska y yo, viva la osadía.

Cubiertas las necesidades básicas,  básicamente necesitamos cubrir más necesidades. Que Maslow me perdone. Me gusta leer biografías, historias personales, victorias y lamentos, ora prodigiosos ora perturbadores.  Ahondar en el de enfrente, para llegar a entendernos nosotros mismos. Y sólo me interesa aquello que quiere contar, el resto siempre debe ser suyo,  no caed hermanos en la trampa del juicio.

La figura del juez Fernando Grande-Marlaska, nos llegó a través del plantel mediático al que le llevó algunos de sus más célebres casos. Su perfil de hombre inteligente, cosmopolita, trabajador, intelectual y comprometido en la defensa de los animales y de la libertad sexual, consigue poner un vasto grano de arena en pro de la visibilidad y normalización de la homosexualidad siendo el primer magistrado que se declara gay de una forma clara y abierta.

Y la figura un día nos presenta a la persona.

Protegido por grandes amigos, con una sensibilidad infinita semejante a la suya.  Leer a Rosa Montero o Nativel Preciado las palabras que le dedican, reafirma las sospechas, Grande-Marlaska es especial. Centro del universo de los que nunca saben que lo son. Ni pena ni miedo, es un geoglifo que se encuentra en el desierto de Atacama, en Chile, y es la bandera que ondea el juez junto a un puñado de amigos que conforman uno de los pilares de su vida hoy en día.

De nacionalidad europea, nos acerca a la experiencia de vivir de cerca el hostigamiento del grupo terrorista ETA como conciudadano y a su vez  juez que ha dictado valerosas sentencias. «Este mundo pequeñito y ramplón representado por el nacionalismo…» y sus múltiples ramificaciones, añadiría yo, localismos retrógrados. Lo vive sin miedo, curiosamente más ahogado por el hecho de llevar escoltas, que por necesitarlos. La tasa que pagan los impávidos  se cotiza alta y se resarce únicamente por la complacencia de ser fiel a la honestidad propia.

Las cicatrices más que dirigir, guían el camino. A él, al igual que a nosotros, no era tanta la osadía, le sucede lo mismo. No hay batalla aislada, en cada una encuentra vestigios de la anterior. Desglosa puntos importantes de su vida personal y de la situación política y social en la que vivimos, mostrando su posición en cada uno de ellos, y cuanto más ahonda y desgrana, más unidos y entrelazados se encuentran. El cristal con el que miramos el mundo se abrillanta con experiencias. No está nada mal tener la oportunidad de ver a través de las gafas de Fernando Grande-Marlaska.

Su batalla más dura, tal vez sea la librada consigo mismo. En su entorno familiar abordaron el tema de su homosexualidad con estupor y rechazo y le costó perdonar a tiempo.  Nada se olvida; uno se acostumbra, nada más. La costumbre sale cara, desaprender lo aprendido es la mejor de las terapias. Alexandr Milov hizo de esta congoja una escultura: «Love«

Me encuentro en él. En el amor a amigos que desean que forme parte de sus vidas, en el desconcierto ante tantas injusticias sociales, en el sentimiento de pertenencia al mundo sin entender bien las fronteras,

en la orfandad que tanto nubla.

Yo también he llorado Nativel. Imposible no hacerlo mientras lees Ítaca y le imaginas recitándolo frente a su dolor. Pero sus palabras son inspiradoras, porque hace algo esencial para seguir caminando en el sendero de la felicidad, toma decisiones.

 «Alejar la tristeza y ser valientes es una bonita manera de vivir» Nativel Preciado.

M.J.Trinidad Ruiz

http://www.trinidadruiz.com

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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